domingo, 18 de diciembre de 2016

Parece que no hemos avanzado nada desde el ya lejano siglo XVI

Una de las grandes sorpresas con respecto a la religión es que aunque pasen los años, los siglos o incluso los milenios miles de millones de piadosos ignorantes siguen utilizando los mismos gastados y erróneos argumentos, a pesar de que haya sido desacreditados hace décadas o incluso siglos.

Así, a día de hoy y en el más que avanzado y tecnológico siglo XXI (en donde todo el conocimiento humano está a tan sólo un par de clics de ratón y dos o tres entradas de la Wikipedia) millones de personas del mundo civilizado, que disponen de internet y hasta de iPhone 7, siguen usando los viejos, gastados y erróneos testimonios repetidos una y mil veces por los más ignorantes y crédulos humanos del Medievo o incluso de la Edad del Bronce.

Así, uno de los principales argumentos en defensa de la existencia del dios (o mejor dicho de la alucinación particular) de cada creyente es ese de 

“pero si en el accidente aéreo, terremoto, tsunami, erupción volcánica o cualquier otro desastre natural o artificial de los que asolan con recurrente cotidianeidad a la especie humana la divina providencia ha salvado a una, tres o varias docenas de personas, ¿cómo puedes dudar de la benevolencia divina?”

Y para desenmascarar (o más bien demoler) este tan simple como ignorante “argumento” no hace falta recurrir a la Mecánica Cuántica o a la neurociencia más avanzada, simplemente se puede recordar el ya que más que lejano siglo XVI, en donde el más que racional y célebre Francis Bacon escribió en uno de su muy interesantes libros la historia de un hombre que fue llevado a una iglesia, lugar en donde se exponía un cuadro que representaba a unos marínenos, que según la tradición, se habían salvado de un infausto naufragio tras haber hecho votos sagrados ante la deidad de turno. Los piadosos proselitistas religiosos le preguntaron al hombre si aquello no era la prueba evidente del poder del dios en cuestión y, casualidades de la vida, el protagonista de esta historia que debía ser un racionalista (y ateo para más inri) de tomo y lomo contestó lacónicamente:

“¿Dónde están pintados aquellos que se ahogaron después de los votos?”

Porque si algo ha contribuido como ninguna otra cosa al casi inimaginable poder de la ciencia no es el de encontrar correlaciones, sino el de tener en cuenta y ponderar los casos negativos además de los positivos.

P.D. 

La anécdota de Bacon ha sido extraída del más que interesante libro de Steven Pinker “Los ángeles que llevamos dentro”. 
 
Fuente: http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es

viernes, 9 de diciembre de 2016

Así será el futuro de la humanidad, según el MIT


Ampliar foto
Aubrey de Grey durante su intervención en la conferencia El Futuro de la Gente.
En una entrevista publicada en 1935, el célebre inventor Nikola Tesla vaticinaba que en el siglo XXI, "los robots tomarán el lugar de la mano de obra esclava de las civilizaciones antiguas […] liberando a la humanidad para perseguir aspiraciones más elevadas”. Si bien Tesla realizó numerosas predicciones de este tipo, unas más acertadas que otras,- no cabe duda que la capacidad de visualizar el futuro y planificar nuestras acciones es una característica que nos define como especie, casi tanto como los pulgares oponibles o el lenguaje.
En todos los paneles predominó una visión optimista y tecnocrática en la que la medicina preventiva, la ingeniería genética y la tecnología de la información serían las grandes protagonistas y principales fuentes de progreso
Siguiendo este espíritu de predicción y planificación, el pasado sábado se celebraba la conferencia titulada The Future of People (el Futuro de la Gente) en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), en Boston (EE UU). Durante casi doce horas de paneles y charlas, más de treinta científicos, ingenieros, inversores, periodistas, sociólogos y emprendedores analizaron las tendencias en sus respectivos campos para imaginar cómo será la humanidad del futuro.


Los distintos paneles se organizaron temáticamente para tratar el futuro del cuerpo y la mente humana, la sociedad y el trabajo. En todos ellos predominó una visión optimista y tecnocrática en la que la medicina preventiva, la ingeniería genética y la tecnología de la información serían las grandes protagonistas y principales fuentes de progreso.
Algunos de los ponentes destacaron por la audacia de sus predicciones. Aubrey de Grey, experto en medicina regenerativa, predijo que en el año 2050 la esperanza de vida se extenderá hasta los 150 años gracias a la medicina preventiva, a la que comparó con el mantenimiento intensivo de un coche clásico. Por su parte Jaron Lanier –a quien se le atribuye la invención y popularización del término realidad virtual- animó a perder el miedo a la inteligencia artificial aduciendo que esta se encuentra muy lejos de poder superar al intelecto humano. El bioquímico Kevin Esvelt aseguró que en poco tiempo la ingeniería genética permitirá erradicar enfermedades que afectan a millones de seres humanos, como la malaria, gracias a la modificación de las especies que las transmiten. Otras predicciones apuntaron a los avances en ingeniería genética para posibilitar la eliminación de enfermedades hereditarias y como elemento clave para la exploración espacial y la colonización de Marte.
El inventor del término "realidad virtual" anima a perder el miedo a la inteligencia artificial, porque se encuentra muy lejos de poder superar al intelecto humano
Sin embargo, tanto los moderadores de los debates como el propio público se mostraron mucho más escépticos y precavidos. Gracias a sus preguntas, tras cada sesión se estableció un debate mucho más anclado en la realidad en el que se abordaron cuestiones controvertidas como el acceso universal a los adelantos en salud y los beneficios de la tecnología, la preocupación por la pérdida de empleos debido a la automatización o los riesgos de la aparición de una nueva eugenesia que lleve en última instancia a violaciones de los derechos humanos.
Este tira y afloja entre el optimismo desbordante y el miedo a lo desconocido estuvo presente desde la charla de apertura por parte del escritor David Brin, quien atribuyó el auge del negacionismo científico entre los ciudadanos más conservadores a la falta de dialogo social. Según Brin, corresponde a los progresistas “dirigirse a sus conciudadanos y hablar amistosamente con ellos utilizando sus mismas referencias culturales para aliviar su miedo a la ciencia”.

Cerrando la brecha generacional

La conferencia fue organizada por estudiantes de la Sloan School of Management (la escuela de negocios de MIT), patrocinada por Openmind y dirigida por Lea Peersman Pujol, una estudiante española de MBA en dicha escuela. Según Peersman, su objetivo al idear este encuentro era dar voz a los jóvenes para que puedan participar y tomar un papel activo a la hora de definir su propio futuro.
Una parte importante del evento quedó en manos de los más jóvenes para que pudieran expresar sus preocupaciones y expectativas
Por este motivo, una parte importante del evento quedó en manos de los más jóvenes para que pudieran expresar sus preocupaciones y expectativas. Un ejemplo fue el denominado Fastforward Challenge, un ejercicio de imaginación en el que se invitó a los participantes a visualizar su vida en cuestión de salud, trabajo, movilidad y energía en el año 2050.
Para cerrar el evento se cedió el escenario a una decena de emprendedores y jóvenes profesionales menores de 35 años quienes presentaron sus proyectos y start-ups en áreas tan diversas como las energías renovables, bioingeniería y el arte. Estos pioneros pusieron de manifiesto durante su intervención que la edad no es una limitación cuando se cuenta con talento y ganas de trabajar en un entorno capaz de estimular el emprendimiento.
Fuente; elpais.com

jueves, 8 de diciembre de 2016

¡Demostrado! En España vivimos en la Edad Media

No deberíamos dejarnos engañar por la supuesta modernidad de vivir en un mundo repleto de adelantos tecnológicos y avances científicos, puesto que en España al menos poco o nada ha cambiado desde la más que oscura Edad Media.

Porque sólo así se puede entender que en pleno siglo XXI un individuo cuyo único mérito ha sido el ser miembro de esa larga y tan peculiar dinastía de borbones, la mayoría de cuyos integrantes ha demostrado hasta la saciedad ser bastante cortos de mente (cuando no directamente débiles mentales) se permita acudir al conclave de los obispos españoles, esos mismos curiosos personajes que se visten diariamente como si acudieran a la fiesta del orgullo gay, y que dicen hablar con la paloma fornicadora, extraño engendro a la vez padre y hermana de un judío milagrero que estaba más loco que cuerdo (y que en una sociedad mínimamente avanzada hubiera sido carne de psiquiatra). 

Y lo peor de todo es que nuestra testa coronada afirme sin pudor, rubor o vergüenza y sin ni siquiera el mínimo atisbo de sorna o risa que

“En este inicio del tiempo litúrgico del Adviento, permítanme que les invite a una buena preparación para la llegada de la Navidad”

Y por supuesto que nuestro soberano medieval no se refiere a que quizás debamos ir ensanchando nuestros pantalones en vista a las pantagruélicas comidas, cenas y demás saros navideños que con toda seguridad ensancharán nuestras cinturas y pondrán a prueba nuestros hígados por el más que excesivo consumo de bebidas alcohólicas tan habitual en estas fechas, sino que habla de ese tiempo de Adviento en donde los (más que escasos) fieles cristianos verdaderos que quedan (más o menos un número similar al de osos pandas existentes en China) dedica su tiempo a la oración y a la introspección en espera vigilante de la llegada de ese supuesto mesías al que luego durante el resto del año no hacen ni maldito caso.

Y encima nuestro más que papanatas rey católico se permite la indecencia de agradecer a la iglesia

“el impacto de su actividad caritativa y social”

cuando por todos es conocido que de los más de 10.000 millones de euros que el estado español regala del dinero de todos los contribuyentes a esa más que archimillonaria secta únicamente una ínfima parte se dedica a labores sociales.

Quizás nuestro piadoso soberano debería pensar (si es que la mezcla consanguínea de enlaces entre primos que lleva ocurriendo en su familia desde hace siglos y la estulticia católica se lo permitieran) si no sería más efectivo y rentable dedicar esos mismos 10.000 millones de euros a justicia social contratando directamente por parte del propio estado a asistentes sociales, enfermeros, creando comedores públicos o dando ayudas económicas a las familias necesitadas para que los más desfavorecidos tuvieran cubiertas sus necesidades básicas sin tener que arrodillarse ante esos cristos sanguinolentos que presiden esas miles de iglesias llenas a rebosar de oro, joyas y sedas y que nos mantienen en la más oscura Edad Media intelectual.

Fuente:  http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/