sábado, 12 de agosto de 2017

«Sacronarcos», el tráfico de reliquias en la Edad Media







Volvemos a Strambotic para tirar de la manta y sacar a la luz más sórdidos acontecimientos del Medievo. El divino tema con el que hoy os obsequiamos es el del quizá no muy conocido tráfico de reliquias en la Edad Media. Pensemos en una época donde la religiosidad invadía toda la vida cotidiana y las mentalidades, por lo que en una sociedad así las reliquias eran algo casi imprescindible para cualquier lugar cristiano que se preciase. Eran un sello de calidad. Sin un trozo de santo en un relicario bajo tu altar no eras nadie. No tener una reliquia en tu localidad era como no tener Mercadona o un macropolideportivo.

Carlomagno ordenó que cada altar tuviera mínimo una de estas particulares estrellas Michelín de lo católico. Pero, o no calculó bien la ratio entre número de santos y número de altares de la cristiandad o confiaba en una división infinitesimal de los fragmentos en lo que sería un primer ensayo de la homeopatía, tanto en método como en resultados. Y así fue.
Cuerpos enteros, pero también pedazos de ellos, circulaban por doquier, junto con objetos de lo más trambólico que en algún momento habían estado (presuntamente) en contacto con Jesucristo, la Virgen, los apóstoles, otros santos o el copón bendito (literal en este caso). Paños, ropas, instrumentos de martirio, incluso arena del Coliseo (donde supuestamente habrían dado su vida muchos mártires). Había cabezas de San Juan Bautista por media Europa, fragmentos de la Santa Cruz con las que se podría construir un puente hasta Mallorca, y brazos incorruptos como para montar varias esculturas de rotonda.



«Me lo ponéis a la entrada que de perchero me viene muy bien» o “El hallazgo de la santa Cruz”, por Agnolo Gaddi, Italia, siglo XIV.
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Llevo reliquias cosa fina
Alrededor de las reliquias se creó un auténtico mercado en ocasiones muy negro, llegando incluso algunos papas a imponer restricciones a este estraperlo de restos humanos. Uno de los vendedores de reliquias más famosos fue un diácono romano llamado Deusdona, que dirigía una honesta empresa familiar especializada en el contrabando de estos enseres. Estos trapicheros de lo sacro utilizaban como filón las catacumbas romanas para extraer de ahí su materia prima. Pero fueron los cruzados los que se llevaron el premio gordo gracias al saqueo de Constantinopla de 1204, de donde se llevaron un lote completo de cruz, lanza, clavos, túnica y corona de Cristo por el fantástico precio de 0€ (¿De veras es gratis todo esto? ¡Increíble Mike!)


“¡Fies-ta, fies-ta, fies-ta!”
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Lo más buscado en el Wallapop de las reliquias
Eso sí, existía un auténtico ránking de reliquias en función de su valor, no te vayas a pensar que era todo lo mismo. Las más apreciadas eran las relacionadas con la vida de Cristo, las reliquias de los apóstoles y los restos de los santos más venerados. Los cuerpos de muñecos enteros, las cabezas, los brazos, las tibias y los órganos vitales evidentemente tenían más valor que otros restos humanos, y además cuanto más antigua fuera la mojama pues mejor. Los lugares con menos santos y con menos poder económico o político se tenían que conformar con las migajas y contaban con objetos de menor relevancia, acorde a su categoría de segunda división. Hablamos de huesos, dientes, pieles, astillas y demás retales que servían para consagrar altares y crear relicarios.
Los clérigos los compraban, incentivados por decretos conciliares en los que se instaba a poseer reliquias de la misma manera que el Estado anima a comprar Letras del Tesoro. El Plan E de las reliquias. Y para terminar tenemos las reliquias de tercera clase, último escalafón dedicado a la morralla de peor calidad y veracidad, principalmente por encontrarse fragmentadas, como espinas de la corona de Cristo o cualquier ínfimo trozo de santo o astilla reducido al tamaño de una Juanola. Tengamos en cuenta que si sumamos todos los fragmentos de cruz que dicen ser del vero lignum crucis podríamos empezar a considerar que el Cristo de Corcovado de Río realmente esté a escala 1:1 o que nos hallemos ante uno de los grandes invent de la historia en pos del dinerito y el prestigio local.



Si no hay milagro, se tira

Pero bueno, que la inmensa mayoría fuesen o sean falsas no quita para que se fuera mínimamente selectivo con ellas: si no obraban un milagro se consideraba que eran falsas (toma proceso de selección). Además, debían ser aceptadas como tales por la Iglesia pues, de lo contrario, venerarlas se castigaba con el Purgatorio y te salía el tiro por el ábside. Sin embargo, había reliquias improbables o directamente descartadas porque no todo vale y no todo cuela, como por ejemplo la leche de la Virgen, el cordón umbilical de la misma María, una pluma del Espíritu Santo, las monedas por las que se vendió Judas, plumas del Arcángel San Gabriel, un suspiro de San José conservado dentro de una botella, un estornudo del Espíritu Santo, los pechos de Santa Águeda, más de 60 dedos de San Juan Bautista, tres cordones umbilicales del Niño Jesús y raspas de los peces multiplicados del famoso milagro.



Molde de un huevo puesto (presuntamente) por el Espíritu Santo. Se conserva en Maguncia.
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La más deseada
Pero posiblemente la reliquia más tróspida sea el prepucio de Jesús (según el rito judío, Jesús habría sido descapotado como Yahvé manda). Como ocurre con otras reliquias, hay muchos prepucios, y cada poseedor reivindica su autenticidad como por ejemplo la abadía de Charroux, la Basílica de San Juan de Letrán de Roma, la catedral de Le Puy-en-Velay o la de Santiago de Compostela, entre otras… ¡Cuánto tuvo que haberse estirado el divino pellejo para que todas fueran ciertas!


sábado, 3 de junio de 2017

García Caparrós, un crimen de Régimen

 La Mesa del Congreso niega el acceso a los documentos de la Comisión de Investigación que se aprobó en 1977 y que fue cerrada en falso apenas unos meses después

<p>Fotografía de carnet de Manuel José García Caparrós</p>

Cuando comencé a trabajar en el Parlamento apenas me decía nada su nombre y ahora me parece un emblema de todo lo que va rematadamente mal en el país desde hace demasiado tiempo.
Cada aniversario del día en que mataron a Manuel José García Caparrós, el 4 de diciembre de 1977, se reivindica por parte de la izquierda como el auténtico Día de Andalucía. Era ya un símbolo de su tierra antes de que le hicieran Hijo Predilecto de su ciudad y su Comunidad, pero más allá se le conoce poco. Y no es casual. Hoy día, a pesar de honores como estos, no se sabe quién lo mató. Sí sabemos que la policía efectuó aquel día decenas de disparos. Al aire, dijeron. No se ha derivado jamás responsabilidad política alguna, más allá del presidente de la Diputación malagueña que dimitió la misma noche del suceso. Un diputado de UCD defendió en el Hemiciclo la ausencia de responsabilidades. Es el mismo que afirmaba que parte de los manifestantes habían sido “agresivos” por lo que era “obligación” de la Policía, y “con los medios al alcance”, “mantener la paz y estabilidad de la ciudad”. Hoy este antiguo diputado, Francisco de la Torre, lleva 17 años como alcalde de Málaga.
Estamos ante uno de esos pactos de silencio férreos, casposos, asfixiantes, de lo que hemos venido en denominar Régimen del 78 y que cuarenta años después, como estamos comprobando, aún funciona.
La semana pasada recibimos la negativa por parte de la Mesa del Congreso de acceder a los documentos de la Comisión de Investigación que se aprobó a fines de 1977 y que fue cerrada en falso apenas unos meses después. Nos los habían solicitado las hermanas de Caparrós y su abogado. Junto a la diputada de Izquierda Unida Eva García Sempere, y tras el compromiso adquirido también por Alberto Garzón, nos pusimos a ello. Tras la aprobación el pasado marzo de la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía se investigarán aquellos casos de represión franquista hasta la aprobación del Estatuto de 1980 para realizar informes y recomendaciones oficiales. A la hora de presentar la solicitud de investigación sobre el caso de García Caparrós en Andalucía se quiere contar con toda la documentación. Y no solo por esto. Los testigos que declararon en el Congreso fueron más que los que acudieron a sede judicial. Hay por tanto cabos sueltos que pueden llegar a unirse con toda la información. Y sin embargo, como leen, hemos comprobado que la cerrazón institucional sigue dándose cuarenta años después.
Estamos ante uno de esos pactos de silencio férreos, casposos, asfixiantes, de lo que hemos venido en denominar Régimen del 78 
La mayoría que adoptó esta decisión en la Mesa se ha escudado en un informe de la Dirección de Documentación, Biblioteca y Archivo de la Cámara que califica el contenido de aquella Comisión como secreto, en virtud del reglamento provisional del Congreso en vigor de 1977 a 1982.  Es decir, un reglamento preconstitucional que hoy no está en vigor. Más aún, ahí se dice que será secreto hasta que se apruebe el dictamen de la Comisión, en que pasaría a ser público salvo que se indicara lo contrario. El dictamen se aprobó en noviembre de 1978 y no hemos encontrado ningún documento público que señale que haya de mantenerse su carácter secreto. Pero incluso aunque lo fuera, este mismo informe de la Dirección de Documentación concluye que pueden facilitarnos su consulta. Así se lo advirtió también el secretario general del Congreso a los miembros de la Mesa antes de tomar su decisión.
El caso de García Caparrós es muy conocido por todos quienes tienen alguna responsabilidad en los archivos del Congreso. Sorprende lo bien que recuerdan a Rosa Burgos, la investigadora que hace unos diez años consiguió acceder a parte de la documentación y que, gracias también al sumario judicial que logró recuperar, escribió un libro fundamental sobre el tema. No debió de gustar el resultado porque desde entonces los responsables políticos niegan el acceso con las excusas burocráticas más peregrinas. Parece que hayan de pasar siglos antes de conocer el contenido completo de los 675 folios de aquella investigación parlamentaria llevada a cabo durante la llamada Legislatura Constituyente.
Los testimonios de aquel día hablan de una manifestación por la autonomía pacífica, multitudinaria, familiar. Málaga era la única capital de provincia andaluza donde se había prohibido izar la bandera verdiblanca en la sede de la Diputación, por órdenes directas de su presidente, Francisco Cabeza. Esto elevaba la tensión innecesariamente. En aquel tiempo militantes de Fuerza Nueva (FN), algunos de ellos somatenes con derecho a coger armas de los cuarteles de la Guardia Civil, patrullaban a sus anchas la ciudad –“la policía de la UCD nos dejaba hacer”, admitiría años después Francisco Jiménez Quintero, destacado dirigente de FN--. Ese día los fascistas andaban con los ánimos especialmente exaltados. Un chaval, Trinidad Berlanga, había escalado el edificio de la Diputación con una bandera verdiblanca. “Si la quita, lo matamos”, dice Quintero que comentaban entre ellos los militantes de FN ante el temor de que tocara la enseña nacional. No llegó a pasar. Sí que detuvo la policía al joven escalador. Las autoridades dicen que volaron naranjas y piedras contra la Diputación. El gobernador civil al mando de las fuerzas policiales, Enrique Riverola, ordenó entonces “despejar” la zona. Comenzaron las cargas.
Ese día los fascistas andaban con los ánimos especialmente exaltados. Un chaval, Trinidad Berlanga, había escalado el edificio de la Diputación con una bandera verdiblanca. “Si la quita, lo matamos”
En los disturbios posteriores, a la altura del puente de Tetuán y la Alameda de Colón, una sección de la Policía Armada, formada por 32 hombres al mando del brigada Antonio Pabón, abrió fuego con sus pistolas. Según admitió un comandante policial, fueron unos 30 disparos al aire efectuados por la mitad de la sección. Solo siete policías se habían responsabilizado de 14 disparos según el sumario. Los impactos de bala en los alrededores llegaron a 21. Como tantas informaciones de este caso, algo no cuadraba.
Un chico de 15 años del barrio de El Palo, Miguel Jiménez Ruiz, fue herido en un brazo. Otro chaval de 18 años, trabajador, afiliado recientemente a CCOO, quien animado por su madre había acudido a la manifestación, tuvo peor suerte. García Caparrós fue alcanzado por una bala de 9 mm corto, las utilizadas por las pistolas Star de la sección de la Policía Armada comandada por Pabón, el mismo destacamento que según un testigo, Alfredo Inocencio, se había dado media vuelta como un solo hombre para sacar sus pistolas cerca de donde aquel cayó abatido. Lucas Martínez, otro de los manifestantes aquel día, asegura haber visto entonces a un policía de complexión ancha disparar directamente con su pistola contra la gente poco antes de ver caer a Caparrós. Inocencio le recuerda exclamando: “Hijos de puta, asesinos, me han dado”.
El propio Inocencio y otras personas fueron ayudando al herido entre el hostigamiento policial. Hasta que un estudiante de Medicina, Carlos Carmona, logró introducirlo en un coche blanco conducido por un misterioso conductor que frenaba en los semáforos para desesperación de Carmona y que, en cuanto llegaron a la residencia hospitalaria Carlos Haya, desaparecería sin dejar rastro. Caparrós murió en el coche. Cuando entró en el simca blanco Carmona había escuchado a un cabo de la policía decir: “Vámonos que esto ya está controlado”.    
Se hicieron hasta cinco informes de balística, y aunque en ellos se formularon dudas sobre si la bala que mató a Caparrós pertenecía a la pistola de un policía de la sección, no pudo llegarse a conclusiones ciertas porque la habían limpiado con acetona sin examinar sus restos orgánicos. ¿Descuido o mala fe?, se pregunta Rosa Burgos.
Investigando estas semanas entre los apenas cuatro diarios de sesiones que se mantienen públicos de aquella Comisión de investigación –entonces las llamaban “de Encuesta”-- hemos encontrado detalles históricos relevantes sobre las tensiones políticas que generó el caso, así como declaraciones significativas de lo que hoy recordamos como grandes nombres de aquella Constituyente. Estábamos en un momento fundacional muy delicado del nuevo Régimen.
Se hicieron hasta cinco informes de balística y, aunque en ellos se formularon dudas sobre si la bala que mató a Caparrós pertenecía a la pistola de un policía de la sección, no pudo llegarse a conclusiones ciertas
Apenas 20 días después de la muerte de Caparrós se celebró el Pleno en el Congreso que iba a aprobar la Comisión de Encuesta. El 12 de diciembre otro joven, un estudiante de la Universidad de La Laguna, Javier Fernández Quesada, había muerto también por un impacto de bala disparada por un miembro de la Guardia Civil cuya identidad hoy día también se desconoce. Los agentes de este cuerpo, según numerosos testigos, habían entrado en el campus universitario disparando fuego real con sus pistolas y metralletas en unas jornadas de feroz represión en la isla. El gobernador civil al mando entonces de las fuerzas de orden público, Luis Mardones, quien no ayudaría precisamente al buen transcurso de la investigación, sería posteriormente diputado por Coalición Canaria hasta el año 2008, cuando el presidente Zapatero lo despidió con honores asegurándole “un sitio en la mejor historia de la democracia” y en los periódicos se le honraba como “el diputado renacentista”.  
Esta es la razón que las Comisiones de Encuesta de los sucesos de Málaga y Tenerife permanezcan unidas en sus referencias en la Cámara, aunque se desarrollaran por separado. El caso es que había un pacto de silencio fraguado en la Junta de Portavoces para aprobar la conformación de estas sin debate alguno, escudándose en que se debatían los Presupuestos, cuando un diputado socialista rompió inesperadamente el acuerdo para explicar su voto. Enseguida el resto de diputados solicitaron hablar. El intercambio parlamentario que encontramos cuando nos ponemos a leer el diario de sesiones del 23 de diciembre de 1977, poco conocido, resulta de gran valor histórico.
Tomás García, diputado por Málaga del PCE, plantea entonces algo que leído hoy, con De la Torre como alcalde, causa enorme desazón: “El pueblo de Málaga ligará su confianza hacia el proceso democrático a que estas responsabilidades sean puestas al descubierto hasta el fondo”. Huelín Vallejo, diputado por Málaga de UCD, sabemos hoy que miente descaradamente cuando afirmaba: “Unión de Centro Democrático, con una conciencia plena democrática, no desea acallar a nadie. Unión de Centro Democrático ha firmado desde el primer momento esta petición de Comisión de Encuesta. Unión de Centro Democrático quiere que se lleve la investigación con todas sus consecuencias, que se establezcan todos los hechos, y no le teme en absoluto a las consecuencias que puedan deducirse, porque tenemos una alta conciencia democrática”.
Manuel Fraga intervino para anunciar la abstención de Alianza Popular en un erudito discurso de raíz autoritaria en defensa del orden público y de “la sagrada enseña de la Patria”. “Defended de una vez, y no con palabras, el orden y la paz en España”, clamaba el dirigente franquista en el Pleno. Enseguida otros dirigentes como Miquel Roca o Santiago Carrillo indicaron alarmados las semejanzas del discurso de Fraga con el de José María Gil Robles en este mismo Congreso poco antes del 18 de julio de 1936. Carrillo se revolvería entonces por escuchar “palabras, conceptos con los que en los años treinta se fue generando la animosidad, la violencia que condujo a la guerra”, así como por un tema tan delicado entre las filas comunistas a escasos meses de la renuncia a la tricolor: “Tenemos esa bandera, es nuestra bandera, pero no enfrenten ustedes esa bandera, que es de todos, con las de las nacionalidades y las regiones de España”.
Pérez Llorca, de la UCD, comienza entonces a preocuparse del cariz que está tomando un debate que, recuerda, nunca se debió de dar: “Considero lamentable que se haya llegado a un debate en el que, por primera vez en esta Cámara, nos estemos lanzando como armas arrojadizas las viejas fechas, las viejas querellas, los viejos enfrentamientos, la vieja guerra civil, que creíamos enterrada”. Estamos ante un momento excepcionalmente frágil de la Legislatura Constituyente. Francisco Letamendia, entonces en Euskadiko Ezkerra, no comparte sin embargo este pacto de silencio:
“Yo tengo muchísimos más motivos para poner en tela de juicio la actuación personal del señor Fraga, porque mientras él era Ministro de la Gobernación obreros indefensos fueron muertos en Vitoria, militantes carlistas fueron asesinados en Montejurra, y el clamor en cuanto al trato que sufrían los detenidos vascos en el centro de detención era tan grande que sobrepasó las fronteras del Estado, y una foto de una joven, Amparo Gamboa, con el cuerpo macerado, recorrió el mundo. Y esta no militaba en el Partido Independiente Vasco, sino en la Organización Revolucionaria de Trabajadores.
¡Qué bien le ha venido a hombres como el señor Fraga la Ley de Amnistía, que ha impedido investigar hasta el fondo la verdadera responsabilidad de estos hechos!”.
Fraga, por alusiones y con ira, vuelve entonces a tomar la palabra para sentenciar: “…lo que sí hoy hemos aprendido es que la piel del cordero, al final nunca acaba por tapar ciertos pies negros o rojos de sangre que efectivamente algunos no los pueden negar”.
Silencio tenso en el Hemiciclo. Gómez Llorente, al que hoy recordamos como un histórico del PSOE, es consciente de lo que está en juego: “Hace falta que esta Cámara tenga el respaldo del pueblo. Y para que tenga el respaldo del pueblo, las angustias del pueblo han de ser oídas también en esta Cámara”. Martín Villa, entonces ministro del interior, intervendrá finalmente para asegurar que se pondrá al frente de la exigencia de responsabilidades. Se vota entonces la formación de la Comisión de Encuesta y se aprueba con 299 votos a favor, 2 en contra y 17 abstenciones.
Tras la votación, con los ánimos más calmados, Peces Barba, Pérez Llorca, Carrillo… intervienen para matizar y calmar las aguas, mientras el presidente del Congreso, Fernando Álvarez de Miranda, presenta sus excusas a Manuel Fraga por no haber interrumpido antes alguna de las intervenciones críticas con él, lo que el dirigente franquista agradece.
A la luz de este debate podemos analizar mejor el contexto en el que se cerró en falso la Comisión, podemos entender quizá por qué se han dado los cuarenta años de secreto, podemos explicar con mayor profundidad por qué la fundación del Régimen del 78 nos dice tanto de lo que aún vivimos cuarenta años después. Entonces había un miedo real en las izquierdas --se mataba impunemente a estudiantes, a trabajadores y trabajadoras en Universidades y manifestaciones-- y en cuanto se rompía un pacto de silencio, lo hemos visto con este debate, la desmesura llevaba a los diputados de la Constituyente al lenguaje de la Guerra Civil. Nos ayuda a entenderlo, en ningún caso a justificarlo. Lo que resulta inadmisible es que décadas después se mantengan estos tics, esos pactos, ese acuerdo institucional contra la verdad, la justicia y la reparación.
Podemos leer también las primeras conclusiones de la Comisión de Encuesta del 27 de junio de 1978. Francisco de la Torre --hoy alcalde de Málaga, recordemos-- defiende la ausencia de responsabilidades políticas: “No podemos imputarle responsabilidad política, como aquí se precisa, y mucho menos, como ha quedado bien claro, responsabilidad en otros ámbitos; no podemos, digo, imputar ninguna responsabilidad política a la máxima autoridad de la provincia de Málaga. El gobernador civil había participado, había colaborado de una manera ejemplar en lo que podríamos llamar poner los medios para que la manifestación pudiera tener lugar tal como los organizadores queríamos que se desarrollara”. Un mes antes ya habían ascendido a Riverola a director general de Correos y Telecomunicaciones, un viejo “método franquista”, como se denuncia desde de la oposición: ascender a quien demostró como mínimo incompetencia.
Pero nadie hizo nada más. Se aprobó el dictamen de la Comisión en el Congreso. Y pasaron los años. Al poco se murieron de pena los padres de García Caparrós, como cuentan sus hijas. El sumario judicial, donde no aparece el testimonio de una sola mujer, durmió olvidado durante años hasta que Burgos lo rescata ya en color sepia. Los 675 folios de la Comisión de Encuesta de 1978 siguen pudriéndose en algún rincón de este edificio, en el ala más rancia del Parlamento, aquel de los acuerdos secretos de un Régimen que hace aguas porque entonces se pudo haber hecho mejor, sí, pero sobre todo porque a lo largo de estas décadas nadie quiso corregir el rumbo.
Se aprobó el dictamen de la Comisión en el Congreso. Y pasaron los años. Al poco se murieron de pena los padres de García Caparrós, como cuentan sus hijas.
Seguiremos intentándolo. Por de pronto ya hemos solicitado formalmente la reconsideración de este último acuerdo de la mayoría de la Mesa.
Termino con extractos de la entrevista de Rosa Burgos a Loli y Paqui García Caparrós:
--En mi casa ha habido mucha tristeza. Mi madre –dice Loli- me pidió perdón en la ambulancia, cuando se iba a morir, por la tristeza tan grande que había habido en mi casa. En mi casa no se podía poner una radio. A nosotras, que éramos unas niñas, nos pusieron de luto de arriba abajo. Todo eso queda para nosotras. Yo, hoy en día –dice Loli- escucho una ambulancia y lo primero que hago es coger el móvil y ver cómo está mi familia (…)
--¿Cómo era vuestro hermano? ¿Qué carácter tenía?
--Era lo más bueno, lo más noble, era sensible, muy humano. Con todos los amigos se llevaba bien… No podía ver a nadie que necesitara algo porque ahí estaba él (…) Era el único, de verdad, que si entraba treinta veces en la casa, treinta besos le daba a mi madre, y nosotras no hemos salido a él. Era el único que era cariñoso (…) era pelirrojillo. Aquellos días llevaba barba. Era muy alto, media 1.90. Era guapísimo”.

 

Autor

  • Víctor Alonso Rocafort
    Candidato al Congreso en la lista de Unidad Popular · IU por Madrid en las elecciones de 2015. Doctor en Teoría Política, con experiencia docente en las universidades de Alicante, Autónoma de Madrid, Complutense y Talca (Chile). Entre sus publicaciones destaca el libro Retórica, democracia y crisis. Un estudio de teoría política (CEPC, Madrid, 2010). Miembro del Colectivo Novecento.

domingo, 14 de mayo de 2017

Un cura portugués: "Los pastorcillos fueron manipulados, las apariciones son mentira"


El padre Mário de Oliveira asegura que lo ocurrido en 1917 es uno de los mayores timos de la Iglesia Católica.

De izquierda a derecha, Lucía, Francisco y Jacinta, los pastorcillos que vieron a la virgen.
De izquierda a derecha, Lucía, Francisco y Jacinta, los pastorcillos que vieron a la virgen.

El padre Mário de Oliveira (Lourosa, 1937) es un luchador innato. El teólogo, formado en el Seminario de Oporto, considera que evangelizar implica liberar al pueblo, y a lo largo de su carrera eclesiástica no ha dudado en plantar cara a las autoridades y utilizar sus sermones para denunciar mentiras e injusticias.
Como joven capellán militar en la entonces colonia portuguesa de Guinea-Bissau, Oliveira fue detenido por predicar la paz y defender la lucha de las milicias anticolonialistas. Luego, como párroco de la aldea de Macieira da Lixa, fue encarcelado en dos ocasiones por la temida PIDE —la policía política del Régimen— por pedir la liberación de los presos políticos. Aunque el Tribunal de Oporto terminó por absolverle del crimen de sublevación, el obispo de su diócesis determinó que su interpretación del evangelio era demasiado polémica y le retiró el permiso de ejercer como cura de su parroquia.
Ante la prohibición, Oliveira se reinventó como periodista, convirtiéndose en el motor detrás de Fraternizar, un medio independiente que aborda cuestiones de fe y teología de manera crítica. Además de escribir sobre temas sociales, el antiguo párroco de Macieira da Lixa empezó a investigar la historia de la Iglesia en Portugal, y durante la década de los noventa centró su análisis en el amplio archivo del Santuario de Fátima y los documentos que detallan las apariciones marianas presenciadas por los pastorcitos Lúcia dos Santos, Jacinta y Francisco Marto en 1917.
En 1999 publica el explosivo libro Fátima nunca más, en el que denunció el aparente fraude de las apariciones, acusando al clero luso de haber perpetrado un montaje y manipulado a los pastorcitos. El libro, que se convirtió en un best-seller inesperado y ya va por su séptima edición, fue seguido en 2015 por Fátima $.A., obra que versa sobre el negocio del turismo religioso en el Santuario y sugiere que los negocios en torno a la Basílica son utilizados para lavar dinero negro.
De camino a Lisboa, donde participa en una serie de tertulias sobre el complot con motivo del centenario de las apariciones y la visita del Papa Francisco, Oliveira habla con EL ESPAÑOL sobre los acontecimientos de 1917 y lo que asegura que es uno de los mayores timos de la Iglesia Católica.

Los asistentes se arrodillaban ante el milagro del sol, el 13 de octubre de 1917.
Los asistentes se arrodillaban ante el milagro del sol, el 13 de octubre de 1917.

"¿Cómo va a aparecer alguien que no existe?"

—La Iglesia Católica sostiene que entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, la Virgen María fue presenciada por Lucía dos Santos y los hermanos Jacinta y Francisco Marto en el campo a las afueras de Cova de Iria. Usted, sin embargo, rechaza esta idea. ¿Qué considera que realmente tuvo lugar en esas fechas?
—Un fraude. El “milagro” de Fátima fue un teatrillo ideado por miembros del clero de Ourém [el municipio bajo cuya jurisdicción está Cova da Iria]. Las principales víctimas de este embuste fueron los tres pastorcitos, quienes fueron utilizados como actores en esta producción episcopal. La documentación existente deja clarísimo que el clero manipuló a estos tres niños jovencísimos —la más vieja de los tres, Lúcia, tenía apenas 10 años, mientras que Francisco Marto y Jacinta sólo tenían 8 y 7 años de edad, respectivamente— para montar un espectáculo con difusión internacional.
—Entonces, ¿rechaza que los pastorcitos presenciaran la aparición de la Virgen María?
—¿Cómo va a aparecer alguien que no existe? ¿O que, al menos, no existe como figura mitológica? Existió María, madre de Jesús, pero la mitológica que se ha creado en torno a su figura es un insulto a su memoria y a la inteligencia humana. Es un insulto al propio Jesús.
—¿En qué se basa para concluir que fue un montaje?
—El Santuario de Fátima ha puesto todos los documentos relacionados con las supuestas apariciones a disposición de los investigadores a través de la Documentación Crítica de Fátima (DCF), obra comprensiva de varios volúmenes. Cualquiera que la analice detenidamente, y que también consulte las Memorias de la Hermana Lúcia —supuestamente escritas por la propia Lúcia durante el tiempo que fue monja de clausura en Tui, Galicia—, verá que se trata de un montaje tosco.
Desde un punto de vista teológico las supuestas visiones de Fátima están llenas de errores. Un ejemplo son las supuestas visiones que describe Lúcia —la mayor de los tres, seleccionada para transmitir los mensajes de la Virgen—, que contienen elementos que no entran dentro del dogma católico. Llega a dar detalles realmente aterradores al describir sus visiones del infierno, detalles que coinciden exactamente con los que aparecen en Misión Abreviada, un libro que tuvo una difusión enorme en Portugal durante el siglo XIX. El problema es que, posteriormente, ese libro fue rechazado por el Vaticano, y los detalles que contiene denunciados por varios papas. Es llamativo, como poco, que la Virgen hubiese aparecido para transmitir cosas incompatibles con la teología católica. Hay muchísimos otros ejemplos de esta tragicomedia. Es una ignominia, un escaro a la fe y a la teología de Jesús de Nazaret.
—¿Qué valorización hace del llamado “milagro del sol”, supuestamente presenciado por 50 mil personas el 13 de octubre de 1917, quienes describieron como el sol comenzó a moverse rápidamente por el cielo antes de precipitarse sobre la tierra? ¿Fue una alucinación colectiva, o simplemente un montaje perpetuado por la prensa católica de la época?
—Es obvio que el sol no “bailó” sobre Fátima en 1917. Eso fue una invención del periodista enviado por el desaparecido diario católico O Século. El redactor era un ex-seminarista seleccionado por el clero de Ourém para escribir la crónica; años más tarde se volvió ateo y declaró que sentía vergüenza por lo que había escrito ese día. El fotógrafo que le acompañó dijo que no vio nada fuera de lo normal, y las fotos que tomó dejan claro que era un día lluvioso y completamente ordinario. Quien se lea la crónica que se publicó ese día dará cuenta que aunque se habla de este supuesto fenómeno del sol en el titular, no hay mención del milagro en el texto, y días más tarde el periódico publicó una corrección en la que aclaraba que el sol no había “bailado”. Es vergonzoso que le Iglesia siga hablando de este supuesto acontecimiento, claramente imposible a nivel científico.
Curiosamente, ni la propia Lúcia hace referencia a este evento. En su momento, ella se mantuvo fiel al mensaje que tenía que repetir ese 13 de octubre de 1917: que la Virgen le había dicho que la Primera Guerra Mundial acabaría ese mismo día. Como todos sabemos, la guerra no acabaría hasta un año más tarde. En sus Memorias tampoco habla de ello, y en vez de mencionar movimientos del sol, se limita a decir que cuando miró al sol vio aparecer a San José, el niño Jesús, Nuestra Señora de los Dolores. Casualmente son las imágenes que figuraban en la iglesia parroquial de Fátima en esa época.

El padre Mário de Oliveira (Lourosa, 1937) denuncia que el milagro de Fátima fue un montaje.
El padre Mário de Oliveira (Lourosa, 1937) denuncia que el milagro de Fátima fue un montaje.

Un crimen de lesa humanidad

—¿Qué motivaría a la Iglesia para perpetra semejante “fraude”?
—La Iglesia lusa estaba en muy mal estado en 1917: desde su instauración en 1910 la República había trabajado para reducir el poder del clero portugués y secularizar el país. Una de las primeras leyes que se promulgan tras la llegada de la República fue la nacionalización de enormes parcelas de tierras episcopales y la supresión de muchísimos de los privilegios ancestrales del clero, cuya influencia política y económica había sido enorme hasta ese momento.
La diócesis de Leiria, en particular, había perdido muchos fieles y se veía cada vez más empobrecida. Los “milagros” de Fátima fueron un instrumento perfecto para conseguir los fondos que se buscaban para restaurar las propiedades eclesiásticas y lograr que el pueblo volviera al culto. A nivel nacional, las supuestas apariciones dieron a la Iglesia la relevancia que necesitaba en su cruzada en contra de la República.
—¿Quién fue el ‘celebro’ de la trama, y cómo se ejecutó?
—La documentación existente sugiere que todo fue idea del canónigo Nunes Formigão (1883-1958), profesor del Seminario de Santarém, quien casualmente había pasado casi dos meses en Lourdes, estudiando las apariciones que supuestamente tuvieron lugar ahí en 1858. Fue él quien se encargó de escribir el guion y ejecutar la producción de esta farsa; fue él quien que, como supuesto interrogador y confesor de los tres pastorcitos, actuó como único interlocutor y controló el mensaje que salía de Cova de Iria. Fue él quien moldeó las visiones de los pastorcitos.
Ante el éxito de la trama, Formigão recibió el apoyo del clero de Ourém –que publicitó las supuestas apariciones por todo el país– y, posteriormente, el obispo de Leiria, que dio valor al fraude al declarar que eran acreditables y “dignas de fé” en 1930. De ahí ya pasamos al Vaticano, que ha permitido que esta farsa continúe a lo largo de los años.
—¿Cuál fue el papel de los pastorcitos?
—Fueron víctimas. El crimen que el clero perpetró contra los tres pastorcitos es tan malo, e incluso peor, que el de los muchísimos casos de pedofilia que se han registrado dentro de la Iglesia. Esos niños eran creyentes que fueron manipulados. Sentían terror absoluto del infierno, y respeto total hacia el clero. Creían todo lo que les decían, y obedecían toda orden. Los clérigos les convencieron para que se sacrificaran “para conseguir la conversión de todos los pecadores”.
El clero es responsable por las muertes de Francisco en 1919 y Jacinta en 1920. Los curas animaron a los niños para que practicasen mortificaciones y penitencias absolutamente locas. Sus prolongados ayunos –que incluían la abstención de beber agua en pleno verano– hicieron que se encontrasen físicamente debilitados, incapaces de resistir las epidemias de la época. Murieron de neumonía y la pleuresía, respectivamente, sin que la “milagrosa” Señora de Fátima les ayudara. Es un crimen de lesa humanidad que ha quedado impune.
—¿El Gobierno nunca intentó intervenir?
—Los políticos de la República (1910-26) se hartaron de denunciarlo como el embuste que era. Una vez hubo el golpe de Estado en 1926, y especialmente después de la implantación de la dictadura de [António de Oliveira] Salazar, cambió todo. Fátima era un milagro a medida de Salazar, un dictador que se presentaba como el santo salvador de la patria, y cuyo mejor amigo era el Cardenal Manuel Gonçalves Cerejeira, patriarca de Lisboa. Casó su régimen con la Iglesia. Desafortunadamente, después de la Revolución de los Claveles todo sigue igual, y en muchos sentidos la complicidad entre el Gobierno y quienes controlan Fátima es incluso mayor. Es un negocio que le viene muy bien al Estado pues genera muchos millones de euros.

Largas hileras de peregrinos bajan la explanada del santuario arrodillados en la actualidad.
Largas hileras de peregrinos bajan la explanada del santuario arrodillados en la actualidad.

"El Santuario de Fátima opera como una mafia"

—Afirma que el Santuario de Fátima opera como una mafia. ¿Hablamos de una organización criminal en el seno de la Iglesia portuguesa?
—Evidentemente, pero una que está a plena vista. El Santuario es una máquina de dinero. Da nausea: su única misión es fomentar el turismo religioso, de atraer gente en nombre de una fe tóxica, basada en la mentira. Hoy en día la zona entera del Santuario, y los negocios repartidos por la aldea, están creados para aprovecharse de los pobres que acuden ahí. Es bien sabido que muchos de ellos sirven para lavar dinero.
—Sus libros sobre Fátima han sido best-sellers en Portugal, y el más reciente, Fátima $.A., va por su sexta edición. ¿Cuál ha sido la reacción por parte de la Iglesia?
—La jerarquía hace como si no existen, pero a la vez hace todo lo posible para que los católicos portugueses no los lean. Es en vano, porque los puedes encontrar en cientos de miles de casas lusas.
—El Papa Francisco —que viaja a Fátima este fin de semana para participar en los actos marcando el centenario de las apariciones— se ha propuesto reformar el Vaticano. ¿Ha intentado darle su versión de los hechos en Fátima?
—Promoví una petición que pedía que cancelara el viaje a Fátima y se pronunciara sobre el fraude. No hubo respuesta por parte del Vaticano, claro. Me temo que este Papa es apenas un buen actor. No tiene interés en acabar con el sistema.

"Todas las apariciones de la Virgen son mentira"

—¿Qué opina sobre las otras apariciones marinas? ¿La Virgen apareció en Lourdes o en El Rocío?
—Claro que no. Todas las apariciones de la Virgen son mentiras. Estas visiones surgen de personas que no están bien de la cabeza, y que lo que necesita es atención médica, no explotación eclesiástica. Teológicamente, las apariciones no son posibles. Todas las que menciona son expresiones de religiosidad popular, y lo que el clero tendría que hacer es evangelizar estas personas. Desafortunadamente, la Iglesia ha optado por fomentar este tipo de espectáculo. Me entristece porque creo que una Iglesia que hace esto se delata como enemiga de la Humanidad, del pueblo.
—Se esperan 10 millones de peregrinos en Fátima este fin de semana. ¿Qué siente al ver semejante multitud reunida para conmemorar algo que considera que fue un fraude?
—Me da pena. Veo multitudes sedientas de milagros procedentes del cielo porque no se pueden beneficiar de los milagros de la tierra. Son personas con miedo, que creen que dios es sádico, cruel y vengativo, que exige autoflagelación y sacrificios como los de los pobres pastorcitos. Son personas que buscan soluciones a sus problemas en el cielo, cuando la solución sólo se encuentra dentro de cada persona. Esa siempre fue el mensaje de Cristo, cuyo evangelio predicaba la liberación de los pueblos y la destrucción del poder.
—Suponiendo que todo haya sido un fraude, ¿ve algún lado bueno a toda la historia de Fátima? Hay quienes defenderán que tiene valor, si sólo porque sirve para dar esperanza a algunos fieles en busca de un milagro…
—No veo nada bueno en un fenómeno manufacturado para engañar a millones de personas, pobres que llegan al Santuario de rodillas, que lloran y gritan, que repiten “Dios te salve María” de manera incesante.
—¿Cómo consigue mantener su fe en la religión católica?
—Siempre quise ser cura, y cuando fui ordenado, el 5 de agosto de 1962, tomé votos para serlo de por vida. Este tema no me hace dudar que soy presbítero y periodista, hombre de fe, de Jesús, creyente en su palabra y sus políticas. Mi fe se mantiene porque entiendo que ser católico es reconocer que Dios vive dentro de cada uno de nosotros, factor común entre todos los seres humanos. Me siento católico y humano, algo bastante diferente que sentirse apostólico o romano.
Fuente: elespanol.com

viernes, 14 de abril de 2017

“Jesucristo es un personaje de ficción, como Superman o Indiana Jones”






Jesucristo nunca existió, ni tampoco los apóstoles. Los cristianos jamás fueron perseguidos y martirizados por los romanos, principalmente porque no hubo un solo cristiano sobre la faz de la Tierra hasta el siglo IV, cuando el emperador Constantino crea desde cero una religión monoteísta sobre la que cimentar su ambición. La ambiciosa y delirante idea parte de Lactancio, un maestro de retórica convencido de que la supervivencia del Imperio dependía de la sumisión de los romanos a un dios único.
No se trata del argumento de una novela –aunque esté novelada- sino de la conclusión del escritor Fernando Conde Torrens tras 23 años de minucioso estudio de los llamados “textos sagrados” y que expone en su controvertido libro ‘Año 303: inventan el cristianismo’ (Alfa Andrómeda). La tesis de la inexistencia histórica de Jesús no es nueva –ha sido defendida antes por Robert Price o Llogari Pujol– pero Conde ha llegado por un camino inédito: comparando los textos originales en griego, idioma que tuvo que aprender para llevar a cabo la investigación, y detectando que “no hubo cuatro evangelistas sino dos autores: Lactancio y Eusebio de Cesárea”, que escribieron la falsificación entre los años 303 y 320 de nuestra era.









De estar en lo cierto la hipótesis de Fernando Conde estaríamos sin duda ante el mayor fake de todos los tiempos. Fernando atendió la llamada de Strambotic desde su hogar en la muy católica Navarra.
-Ayer nos despertamos con la noticia de que Defensa había ordenado a los cuarteles poner la bandera a media asta por la muerte de Jesucristo. Esto está sucediendo en 2017.
-La sociedad sigue estando muy condicionada por la religión católica: el 100%, incluso los que se denominan ateos o agnósticos, entre otras cosas porque sus hijos se educan donde se educan y con las consecuencias fatales de este fraude. Yo le llamo el viejo paradigma, un paradigma que habrá que superar.
-Los llamados “miticistas”, como Robert Price, comparan a Jesucristo con Superman. Celebrar el nacimiento de Jesucristo sería el equivalente de celebrar el de Superman.
-O el de Batman, o el de Indiana Jones, claro. En literatura no cuesta nada inventar. El papiro lo aguanta todo.
 -¿Por qué no se ha desmantelado esta enorme falsificación en 1.700 años?
-Porque las altas esferas, y ahí incluyo al gobierno actual, forman un bloque que está ligado a la jerarquía eclesiástica y, claro, lo que la jerarquía intenta por todos los medios es actualizar esta falsificación y hacer creer que sigue estando vigente.
-Llevada a sus últimas consecuencias, un libro como el suyo, que demuestra la falsedad del cristianismo, debería implicar el desmantelamiento de toda la gigantesca estructura creada en torno a la figura de Cristo.
-Efectivamente, si la sociedad asume que Jesucristo no existió, ni ningún apóstol, ni hubo mártires se producirá eso que tú dices, pero eso es sólo el paso previo. Lo importante es que recuperemos la doctrina auténtica que existía antes de que aquellos tres sinvergüenzas –Lactancio, Constantino y Teodosio– la sepultaran con el cristianismo. No basta con eliminar algo negativo: tenemos que recuperar lo positivo que se nos robó.
-¿A qué se refiere?
-Al helenismo que había en Grecia antes de Constantino. El gran crimen del cristianismo no es que nos haga adorar a un ser que no existió y dé una visión de la divinidad falsa, deformada y casi indecente. Los mejores hombres de la Humanidad hasta entonces, que habían nacido en ese paraíso para el pensamiento libre que fue Grecia habían encontrado el motivo de la existencia, la razón de ser, la forma de evolucionar y de crecer, y lo exponían en escuelas de sabiduría, de las que en Atenas había tres, además de en Alejandría o Nicópolis.
Esa doctrina -que resiste la crítica del hombre del siglo XXI, porque la Verdad con mayúsculas no puede ser rebatida- fue sepultada por los cristianos: cerraron las escuelas, quemaron los libros y nos dejaron ignorantes. A cambio, nos dieron una doctrina majadera y en eso estamos, 52 generaciones después: carentes de herramientas para la vida.
Espero que Occidente sea capaz de decir no sólo “esto es falso” sino también “esto es auténtico” y recupere lo que perdió con Constantino y compañía.
-La victoria del Dogma sobre la Razón…
-… Y de la victoria del fanatismo y la intolerancia sobre la ciencia, la inteligencia y la Evolución, que era lo que pretendía Sócrates, y otros antes que él, empezando con Pitágoras en el 500 a.C. Entre esa fecha y el 300 d.C. ese pensamiento fue progresando y llegó incluso a impregnar a los emperadores filósofos, los Antoninos, lo que sería el equivalente a que un hombre sabio estuviera hoy en la Casa Blanca.
-¿Era realmente necesario inventar una religión que unificara el Imperio romano para evitar su desmembramiento?
-En absoluto. Hay que darse cuenta que, durante 1.700 años, nos han vendido una imagen de la Historia que es la que convenía a la falsificación, y por ello se ha ensalzado por las nubes a Constantino. Fue su antecesor, Diocleciano, el que verdaderamente solucionó el problema que tenía el Imperio romano de inestabilidad.
-¿Por qué entonces ese afán por conseguir un Dios único para los romanos?
-La continuidad ya estaba conseguida, pero de ninguna manera era necesaria una unión porque Roma había sido tolerante con todos los dioses de los países conquistados, y ahí está el Panteón para demostrarlo. Lo que pasa es que a Lactancio se le metió en la cabeza que el Dios único estaba enfadado con los romanos por permitir la adoración de “dioses falsos”, según él. Este supuesto enfado iba a desencadenar el fin del mundo y, para evitarlo, había que poner en marcha una religión en honor al Dios único e implantarla en todo el Imperio. Eso fue lo que intentó vender a Diocleciano, que no le hizo ni caso, y le acabó vendiendo a Constantino.
-Más que un ingenuo que se deja embaucar por Lactancio, Constantino parece un pragmático, que ve en esa religión la manera de conseguir el poder absoluto.
-Efectivamente, es un pragmático. Él iba a lo suyo y pasaba por encima de todo, incluso de su palabra. El cristianismo no hacía ninguna falta, más bien al contrario. Posiblemente, el cristianismo ayudó a debilitar el imperio romano, en tanto dividió a la población en dos, generando pequeñas guerras civiles locales en algunos lugares de oriente: los nicenos, que no eran tolerantes, contra los no nicenos.
-¿Quiénes son los nicenos?
-Los seguidores de Lactancio, los partidarios de que Jesús era hijo de Dios. Los arrianos, seguidores de Eusebio, consideraban que Jesucristo era un maestro de sabiduría más. Desgraciadamente, estos últimos perdieron la batalla final y fueron borrados de la Historia.
Los nicenos practicaban la intolerancia más obtusa, así que su victoria derivó en que el cristianismo resultante fuera intolerante: quemar los bosques sagrados, derribar los templos y matar a quien no fuese cristiano niceno.
-Algo parecido a lo que hace hoy el Estado Islámico.
-Esto deriva de la mentalidad medieval. Si una etnia tiene mentalidad medieva, sucede. La convicción de estar en posesión de la verdad es una exteriorización del fanatismo que tenía Lactancio y que impregnó todo cristianismo.
Los reyes no deben estar a meterse con lo que sucede en la cabeza de sus súbditos.
-Crear una religión desde cero parece muy ambicioso.
-Y lo es, lo que pasa es que en aquel entonces se podía hacer. El cristianismo es la única religión monoteísta que se ha inventado desde cero, porque los judíos tenían unos textos primitivos que recuperaron cuando estaban en cautividad en Babilonia, porque su continuidad como pueblo peligraba. El Islam no digamos; ahí no hay nada que inventar: pusieron la doctrina que les pareció más conveniente. Pero el cristianismo es la única religión que, con una caradura impresionante, se ha inventado toda la película.
-Pero con la habilidad para basarse en el judaísmo, porque ya tenían los cimientos del Antiguo Testamento.
-En Roma estaban muy mal vistas las nuevas religiones. Lactancio, que sabía eso, lo que hizo fue recurrir a la única religión monoteísta que tenía a mano, que era el judaísmo y que le permitía remontarse hasta los tiempos de la fundación de Roma, incluso más. Robó el Antiguo Testamento a los judíos y creó el Nuevo Testamento. Eso implicaba hacer judío al hijo de Dios. Lo que hizo fue coger pasajes de la Torah judía y transformarlos para “anunciar” su llegada. Naranjas de la China: no había ninguna profecía que afectara a Jesucristo. Fueron todo construcciones literarias.


Mapa del Imperio romano según la división de Diocleciano.

-¿Los judíos denunciaron esta apropiación?
-Cuando en el año 300 se inventa el cristianismo, los judíos están desperdigados por todo el mundo (desde la Diáspora del 130) y no pueden racionalizar ni enterarse de lo que está pasando en Roma. Como todos los romanos, caen en el engaño de que Jesucristo existió y que todo fue histórico, e incluso incorporan en sus escritos tardíos –del año 500- a un predicador judío que puede ser Jesucristo.
-Los documentos escritos que nos legó la Historia, mejor cogerlos con pinzas…
-Así es: la falsificación es totalmente generalizada. Las interpolaciones, que son añadidos espurios, era una práctica habitual. Por eso precisamente se utilizaban los acrósticos ocultos, para tener la seguridad que ese mensaje provenía de esa persona correcta. También las estructuras: había mucho cuidado de que los escritos importantes, por ejemplo entre soberanos, tuvieron garantías de no haber sido falsificados. También se escribían libros con fechas anterior a la real, lo que da pábulo a falsas profecías.
-Por tanto, entre el año 0 y el 303 no existió ninguna persecución a los cristianos.
-Es que no había cristianos. Hay un indicio de esto: en los libros de Lactancio y Eusebio eran ángeles de Dios: se dejaban matar y aceptaban el martirio, pero cuando los cristianos de verdad tomaron el poder con Teodosio eran ellos los que quemaban templos paganos y destruían estatuas.





-Leyendo el libro da la sensación de que Eusebio, uno de los falsificadores, está enviando un mensaje en clave al futuro. Y que el receptor de ese mensaje eres tú. ¿Nadie había estudiado hasta entonces estos anagramas con la firma “SIMÓN” que Eusebio introduce en las versiones griegas de los evangelios?
-Esto es completamente desconocido. Hay otros investigadores independientes que defienden que Jesucristo nunca existió, pero han llegado a esa conclusión por otro camino. Los ortodoxos les llaman “miticistas” porque su proceso es comparar los mitos fundacionales de Hércules o de Mitra con la historia que sabemos de Jesucristo. Otros investigadores han actuado por comparación de textos, como el doctor Llogari Pujol, que ha comprobado que en los textos egipcios sagrados se encuentran el 70 u 80% de los Evangelios.
Lo que yo he hecho es entrar en el proceso de redacción de los textos cristianos, y para ello he aprendido griego: para leer el Nuevo Testamento en su lengua original y gracias a ello he podido encontrar pruebas documentales. Una prueba son los acrósticos: Eusebio se estaba riendo de lo que decía el majadero de Lactancio y puso “fábula, patraña, tontería”, que es lo que quiere decir “Simón”, que no es un nombre propio sino “bulo”.
-¿Esto es falsable?
-Sí, claro. La prueba está en el texto griego. Cualquiera que coja un Nuevo Testamento interlineal –castellano y griego- puede inferir lo que yo afirmo. Yo me he servido del Sinaiticus y del Alejandrinus, el primero es dominio público y el otro conseguí una versión en CD-ROM. Lo que no conseguí fue el Vaticanus, que aparentemente es inaccesible, pero con dos es suficiente para inferir el texto primario.
-¿Y estas biblias contienen los textos originales de Lactancio y Eusebio, las falsificaciones del Nuevo Testamento?
-Absolutamente negativo. El texto que escribieron Lactancio o Eusebio es lo que yo llamo “texto primario”. Cuando se descubrió que existían acrósticos de “Simón” se ordenó que se destruyeran todas las copias en los conventos, cenobios e iglesias. Entonces, en la época de Teodosio, surgieron los textos secundarios: el Sinaiticus y el Alejandrinus, el Vaticanus y otros en papiro que pueden existir. Los primarios se queman y sólo quedan los secundarios. Lo que pasa es que con dos textos secundarios se puede reconstruir el primario, tal y como explico en el libro.
-¿Cómo han reaccionado los académicos a su libro?
-De varias maneras: hay quien me ha rebatido detalles metodológicos, hay quien ha reconocido que no puede arriesgar su posición académica por debatir conmigo y finalmente hay quienes han decidido que mi libro “es una tontería y que no merece la pena ni leerlo”.
-¿Te consideras un hereje, académicamente hablando?
-Si esto lo hubiera escrito hace 200 años, la Inquisición ya estaría encima. Por suerte, hemos logrado nuestro derecho a expresarnos. Lo que sé que tengo perdida es la batalla con el consensum editorum: los así llamados “entendidos” son partidarios de la falsificación y llevan negando cualquier teoría disidente desde hace 150 años, desde Tubinga.


Fernando Conde. Imagen: El Correo.

‘Año 303: inventan el cristianismo’ (Alfa Andrómeda). Más información sobre Fernando Conde en Sofia Originals.

domingo, 9 de abril de 2017

“Hay una colisión inevitable entre ciencia y religión”

Alan Sokal, cientifico estadounidense, en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
Alan Sokal, cientifico estadounidense, en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
Alan Sokal (Boston, EE UU, 1955) se hizo famoso a finales de los 90 por sus ataques a los académicos posmodernos. Pretendía poner en evidencia a los intelectuales que negaban la existencia del conocimiento científico como algo verdadero, exterior a los propios investigadores y que era en realidad una construcción social. En 1996, este profesor de física de la Universidad de Nueva York y de matemáticas en el University College de Londres envió un artículo que él mismo describía como un rotundo sinsentido a la revista postmoderna de estudios culturales Social Text. Pretendía comprobar que una publicación de este tipo imprimiría cualquier planteamiento absurdo siempre que sonase bien y apoyase los prejuicios ideológicos contra las ciencias exactas de los editores. Aquel texto, en el que decía cosas como que “es cada vez más obvio que la realidad física es fundamentalmente una construcción social y lingüística”, pasó todos los filtros y se publicó, dejando en evidencia a los responsables de la revista y a decenas de intelectuales.
En una reciente visita a Madrid, invitado por la Real Sociedad Española de Física y la Fundación Ramón Areces, el investigador estadounidense demostró que sigue teniendo en el punto de mira a las élites que no respetan los hechos. Ahora, sin embargo, ha cambiado de prioridades y deja descansar a los catedráticos de humanidades que apenas tienen influencia fuera de las universidades. Quiere impulsar una forma de ver el mundo que dé importancia a las pruebas, una cosmovisión en la que la ciencia, con su capacidad para recopilar información y sacar conclusiones objetivas que todos podemos compartir más allá de las creencias, es la herramienta fundamental.
 
 
“La ciencia no es solo un saco de trucos útiles para comprender la física o la biología sino un método más general y una actitud racionalista basada en el modesto principio de que las afirmaciones empíricas deben ser sostenidas por pruebas empíricas”, resume.
Toda la autoridad de las religiones en materia ética depende de la veracidad de sus doctrinas sobre los hechos
Pregunta. ¿Cuáles son los principales enemigos de una forma de ver el mundo en que los hechos sean importantes?
Respuesta. Comenzando por los más ligeros empezaríamos por los académicos posmodernistas, los que sostienen que el conocimiento es una construcción social. En segundo lugar, los promotores de la pseudociencia, que es un grupo amplio. Aquí están las terapias alternativas o complementarias en medicina. La homeopatía es un ejemplo que contradice todo lo que sabemos de física o química. En tercer lugar hay peores pseudociencias, como la negación de la evolución biológica, que se encuentra en la intersección entre política y religión.
Hay una oposición fundamental e inevitable entre la ciencia y la religión. No tanto por su discrepancia sobre teorías concretas como el heliocentrismo hace cuatro siglos o la evolución biológica. Más bien hay una contradicción fundamental sobre los métodos que los seres humanos deberían seguir para tener un conocimiento fiable del mundo.
P. ¿No son compatibles ciencia y religión?
R. Para mí, la idea de Steven Jay Gould según la cual la ciencia y la religión son dos magisterios que no se sobreponen, que la ciencia se limita a hablar de hechos y la religión a hablar de ética, no es sostenible. En primer lugar, porque los creyentes no pueden asumir la sugerencia de Jay Gould de no hablar de hechos. Un cristiano no puede no decir que existe Dios y que Jesús fue su hijo. Y en segundo lugar, si la religión se abstuviera de hablar de hechos, ¿qué autoridad tendría para hablar de ética? La única razón para prestar atención a lo que dice una religión en materia de ética es si sus doctrinas sobre los hechos son verdaderas. Si Dios realmente existe, debemos adaptar nuestra ética a lo que quiere Dios. Toda la autoridad de las religiones en materia ética depende de la veracidad de sus doctrinas fácticas. Por eso hay una colisión inevitable entre ciencia y religión sobre cuestiones de hechos. La religión no se puede abstener de hacer afirmaciones sobre la historia del universo o la historia humana.
El peor adversario de la  ciencia son los agentes de relaciones públicas y los políticos y empresas que los emplean
Hay un conflicto fundamental sobre los métodos que deben utilizar los seres humanos para llegar a un conocimiento fiable. Las ciencias utilizan las observaciones y los experimentos y la reflexión racional sobre datos empíricos. Las religiones aceptan la validez de ese procedimiento, pero sostienen que existen otros métodos también fiables, como la intuición, la revelación o la interpretación de los textos sagrados. Debemos preguntarnos si esos métodos son fiables. En los últimos cuatro siglos, la ciencia ha podido llegar a unos conocimientos extraordinarios confirmados por millones de observaciones y experimentos. La pregunta es si los métodos propuestos por las religiones tienen también tantas pruebas de fiabilidad y la respuesta es negativa. En este asunto de los métodos, la religión fracasa completamente.
P. Pero usted considera que hay un enemigo aún peor que la religión.
R. En mi opinión, el peor adversario de la cosmovisión científica son los propagandistas, los agentes de relaciones públicas, y los políticos y las empresas que los emplean. Todas las personas que no se preocupan por saber si una afirmación se sostiene en pruebas y que sencillamente tratan de convencer al público de una conclusión predeterminada con cualquier método que funcione por deshonesto o fraudulento que sea. Un ejemplo es el caso de la guerra en Irak con Bush, Blair y Aznar.
P. Usted considera que “el lado crítico y escéptico de la ciencia ha servido, durante los últimos cuatro siglos, como ácido intelectual, disolviendo las creencias irracionales como la monarquía o el sacerdocio que sostenían el orden político”. Sin embargo, pese a los grandes logros de la ciencia, la religión, sin necesidad de aportar pruebas de que sus afirmaciones son ciertas, continúa con una fuerza tremenda en gran parte del planeta.
R. 400 años después del nacimiento de la ciencia moderna se ve que esta transición histórica desde una concepción dogmática del mundo hacia una cosmovisión basada en las pruebas está muy lejos de completarse. Como hemos comentado, hay muchos adversarios de esta cosmovisión en el mundo y son muy peligrosos. Es verdad que en Europa la religión retrocede desde hace algunas décadas, pero en el resto del mundo no.
Las matemáticas deberían estar prohibidas a los menores de 18 años, para fomentar el interés
P. Es posible que saber que los datos están de su lado, hace que a veces los científicos no vean que los seres humanos, probablemente por nuestra historia evolutiva, necesitamos un relato que nos resulte interesante, más aún incluso que el relato esté basado en hechos reales. ¿No deberían los científicos o los activistas en favor de la ciencia tener en cuenta esta parte de la naturaleza humana?
R. Eso es muy importante. Decir que deberíamos seguir el método científico porque es más fiable es una cosa. Otra es saber si es natural o no para los humanos hacerlo y comprender cuáles son los obstáculos para la adopción general de este método. Estoy de acuerdo con que nosotros, los defensores de un punto de vista basado en las pruebas, tenemos que estudiar más a fondo cuáles son los obstáculos para su adopción. Son muy interesantes los estudios históricos y sociológicos que aclaran en qué lugares y en qué tiempos las ideas anticientíficas florecen, ya sea la religión u otras, y en qué lugares y épocas esas ideas antiintelectuales retroceden.
En Europa, las ideas anticientíficas crecieron mucho en Alemania en los años 20 y 30, hasta el punto de causar una guerra y un genocidio en un país que era el centro de la ciencia mundial. ¿Cómo sucedió? Es una cuestión histórica muy importante. Después de la Segunda Guerra Mundial, la religión y otras ideas anticientíficas están retrocediendo en la mayoría de los países europeos, pero eso cambia según los tiempos. Por ejemplo, la religión, que fue reprimida en los países comunistas, florece después del fin de estos regímenes. Se sabe que la mejor manera para fomentar algo es reprimirlo. Siempre he pensado que las matemáticas deberían ser prohibidas a los menores de 18 años para fomentar el interés.
P. Este impulso por buscar sentido a la vida en relatos o movimientos que están fuera de la realidad de los hechos ¿toma distintas formas? Por ejemplo, en Europa, la religión no tiene mucha fuerza, pero hay interés por determinadas pseudociencias o por otras interpretaciones alternativas de la realidad, filosofías orientales, relatos míticos... ¿Hay una adaptación de esa naturaleza humana que busca sentido en historias más allá de los hechos?
R. Probablemente existe, aunque insisto en que no soy especialista en psicología o biología evolutiva. En la mente humana hay distintas orientaciones que cohabitan y existe lo que llamamos en inglés “wish fullfilment”, una confusión de los hechos con nuestros deseos. Tienes razón en que si no surge en la religión puede surgir en otras formas, aunque a mi parecer son menos peligrosas. Los promotores de la homeopatía al menos no infligen guerras y persecuciones.
La enseñanza de la ciencia en las escuelas se parece demasiado a la enseñanza del catecismo
No tengo el sueño irreal de que todos los seres humanos sigan siempre en todos los aspectos de su vida y en todo momento una actitud realista basada en los hechos. Nadie de nosotros lo hace, ni siquiera los científicos profesionales. Pero lo que me gustaría es que hubiese una comprensión más general de la importancia de basar las decisiones en las pruebas fiables y en una reflexión racional sobre las pruebas. Me gustaría que retrocedieran los adversarios más peligrosos de esta visión, que hoy en día son las religiones, pero también ciertas ideologías políticas, como hemos visto en EE UU y veremos si sucede de nuevo en Francia este año.
P. Hay gente fuera del mundo de la ciencia que tiene cierto recelo a que los científicos puedan decir: estos son los hechos y deberíamos gobernarnos conforme a ellos. Puede parecer una imposición desde arriba que hace mella en la democracia.
R. La cosmovisión basada en las pruebas es un método general, que todos podemos utilizar, pero está claro que cuando analizamos algunos hechos, hay personas más expertas que otras. Cuando se trata de formular las políticas sobre medio ambiente, hay ciertos científicos especializados en estudiar el clima de la Tierra. Yo no soy uno de ellos. Entonces, tengo que tener confianza en el consenso de ese grupo de expertos, pero no es una confianza ciega como en un texto sagrado. Es una confianza racional basada en una comprensión general de los métodos que estas personas utilizan, del tipo de formación que han recibido y de la apertura de su comunidad a las críticas.
Pero las decisiones políticas dependen de muchos factores, no solo los científicos, también los económicos, políticos, sociales, decisiones éticas. La tarea de los científicos es decir que si hacemos determinadas cosas, por ejemplo, el clima va a reaccionar de unas maneras. Después, todas las personas tenemos que tomar decisiones democráticas basadas en las mejores pruebas, pero que involucran también decisiones de orden ético, económico... Los científicos tienen un papel, pero es restringido y deben abstenerse de ir más allá. Cuando un científico propone determinadas políticas está hablando como ciudadano, que es su derecho, pero no como científico.
P. Pero para la mayor parte de la gente es imposible entender realmente si un científico le está diciendo la verdad o no, hace falta tener cierta fe en la ciencia también, cierta intuición de que el sistema funciona. ¿Cómo se puede hacer que los ciudadanos tengan una confianza en la ciencia y no en la interpretación religiosa?
R. Eso nos pasa también a los científicos profesionales. En todos los campos de la ciencia en los que no soy experto, el 99,9% de la ciencia, estoy en la misma situación. Tengo que dar cierta confianza, pero no es la fe en el sentido religioso. No es una confianza ciega. Es una confianza provisional y racional basada en primer lugar en una comprensión general de cuáles son los problemas y las pruebas ofrecidas y en segundo lugar basada en un análisis de los factores sociológicos, qué tipo de formación recibe esta gente, cómo se evalúa quién es experto, saber si la comunidad científica está realmente abierta a las críticas internas.
Lo que quisiera para la población general es una mejor comprensión de qué es la ciencia, comprender cómo trabajan los científicos y cuál es la actitud y la filosofía. En segundo lugar, una comprensión general de la ciencia actual y cuáles son las pruebas más importantes que la apoyan, y en tercer lugar, una mejor comprensión de la sociología de la comunidad científica.
Por ejemplo, si vamos a la Ciudad Universitaria [el campus de la Universidad Complutense en Madrid] y preguntamos a 100 alumnos si creen que la materia está hecha de átomos, el 95% dirán que sí. Pero si les preguntamos por qué lo creen, dudo que más del 5% de los estudiantes sepan dar razones racionales para creer en la existencia de átomos más allá de que sus maestros del instituto se lo han dicho. Es una lástima, porque en el instituto se puede explicar por qué creemos en la existencia de los átomos. Se puede explicar cómo a principios del siglo XX se tenían varios métodos para contar el número de átomos que hay en una cierta muestra de agua, a través de un método físico y otro químico, y ambos coincidían. Eso es una prueba fuerte de que los átomos son reales y ahora tenemos una teoría concreta que predice las propiedades de los átomos a partir de la mecánica cuántica.
En una clase de instituto se podría explicar todo esto. Obviamente sin resolver la ecuación de Schrödinger, pero al menos en grandes líneas se puede explicar en varias semanas de trabajo. Así, los graduados del instituto tendrían un motivo racional para creer en la existencia de los átomos. Creo que, desgraciadamente, buena parte de la enseñanza de la ciencia en las escuelas se parece demasiado a la enseñanza del catecismo y de esa manera se traiciona la verdadera actitud científica. Me gustaría que en las escuelas se enseñara menos y se enseñara mejor.
Fuente: www.elpais.es

sábado, 1 de abril de 2017

¿Cómo terminará el capitalismo?

El sociólogo alemán Wolfgang Streeck define la era postcapitalista como un interregno inestable e ingobernable, en el que los individuos, abandonados a su suerte, podrán ser golpeados por el desastre en cualquier momento


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Pinball.

¿Cómo terminará el capitalismo? Esto se pregunta el sociólogo alemán Wolfgang Streeck en su último libro, How will capitalism end?, Y su respuesta no es precisamente halagüeña: “Antes de que el capitalismo se vaya al infierno, permanecerá en el limbo en el futuro próximo, muerto o a punto de morir por una sobredosis de sí mismo pero todavía coleando, pues nadie tendrá el poder para quitar de en medio su cuerpo en descomposición”. Después del capitalismo, explica Streeck, vendrá un interregno caracterizado por la inestabilidad y la ingobernabilidad, en el que los individuos, abandonados a su suerte, podrán ser golpeados por el desastre en cualquier momento.
Streeck era un oscuro profesor universitario hasta que, a raíz de la Gran Recesión de finales de la década de los 2000, sus artículos en la revista New Left Review empezaron a atraer a admiradores por sus agudos análisis del nuevo mundo en que nos adentrábamos. El volumen How will capitalism end? recoge estos artículos, en los que, de forma clarividente y provocativa, el autor pone negro sobre blanco, con datos que describen nuestra realidad y profundas reflexiones que nos ayudan a entenderla, el sentimiento de desasosiego que nos ha atenazado en los últimos y tormentosos años desde que todo se fue al carajo.
Streeck argumenta que el proceso de descomposición del capitalismo ya está en curso. El capitalismo ‘avanzado’ (las sarcásticas comillas son del autor) de los países de la OCDE ha ido tambaleándose de crisis en crisis desde los años setenta del siglo pasado. Cada crisis, elemento consustancial del sistema, se iba metiendo en un cajón, de modo que la solución temporal que se encontraba acababa abriendo otro cajón en forma de otra crisis, y así sucesivamente. La manta con la que los gobernantes han tenido que maniobrar es demasiado corta: si intentaban taparse los pies de la economía, con medidas impopulares exigidas por los técnicos, se destapaban el pecho de la política, pues causaban el descontento del electorado. El desequilibrio entre economía y política es intrínseco.

La desigualdad sistémica ha alcanzado tal nivel que los más ricos pueden considerar que su destino se ha vuelto independiente del destino de las sociedades de las que extraen su riqueza
Desde 2008, afirma Streeck, vivimos en la última etapa de esta secuencia de crisis. El estancamiento económico, la deuda y la desigualdad –“los tres jinetes del apocalipsis del capitalismo contemporáneo”– continúan devastando el paisaje económico y político. Hoy, el endeudamiento conjunto es más alto que nunca y la ‘recuperación’ (otras irónicas comillas del autor) no es más que la sustitución de desempleo por empleo de baja calidad.
En cuanto a la desigualdad sistémica, esta ha alcanzado tal nivel, denuncia Streeck, que los más ricos pueden considerar, con razón, que su destino se ha vuelto independiente del destino de las sociedades de las que extraen su riqueza y que, por tanto, pueden permitirse dejar de preocuparse por sus conciudadanos. Para mantener esta situación, los megarricos utilizan diferentes estratagemas. Por ejemplo, compran legitimidad social mediante actos de filantropía que en parte llenan los huecos en servicios sociales que deja su propia evasión de impuestos.
Al mismo tiempo que la secuencia de crisis iba avanzando, el matrimonio de conveniencia entre el capitalismo y la democracia se iba deshaciendo. La toma de decisiones relativas a la distribución de recursos escapó del ámbito de la acción colectiva hacia una esfera más remota y opaca controlada por ejecutivos de bancos centrales, organizaciones internacionales y reuniones intergubernamentales de ministros.
La viabilidad del modelo keynesiano que rigió en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, explica Streeck, dependía del poder político y económico que los trabajadores eran capaces de ejercitar en las economías nacionales más o menos cerradas de aquella época. Con el fin, en los setenta, de esta época dorada de crecimiento, las clases pudientes dependientes del beneficio empezaron a buscar una alternativa y la encontraron en la globalización. El capital presionó para ir a un nuevo modelo de crecimiento basado en la redistribución de abajo a arriba.
De este modo, continúa Streeck, empezó la marcha hacia el neoliberalismo, como una rebelión del capital contra el keynesianismo. Las menores tasas de crecimiento eran aceptables para los nuevos poderes siempre y cuando fueran compensadas por mayores tasas de beneficio y una distribución de recursos cada vez más desigual. La democracia se convirtió en una amenaza para este nuevo modelo y por tanto tenía que ser desconectada de la economía política. Así nació la “postdemocracia”, que Streeck caracteriza con una frase genial: “ahora los Estados están situados dentro de los mercados, en vez de los mercados dentro de los Estados”.
La industria financiera, al globalizarse, escapó del control democrático, convirtiéndose en un gobierno privado internacional por su cuenta, que mangonea a las comunidades políticas nacionales y a sus gobiernos. Hoy, expone Streeck, la democracia puede ser concebida como una lucha entre dos “electorados” –los ciudadanos de los Estados y los mercados internacionales– en la que el poder del dinero está por encima del poder de los votos.
La democracia, lamenta Streeck, ha perdido su carácter redistributivo e igualitario, por lo que en importantes aspectos es indiferente quién gobierne. Esta pseudodemocracia sirve para aparentar que la sociedad capitalista es producto de la elección popular, cuando en realidad hace tiempo que el control democrático ha desaparecido. Así, la ‘democracia’, vaciada de contenido sustancial, se convierte en una sucesión de debates estériles sobre los estilos de vida y características personales de los políticos y otras cuestiones culturales.
La democracia, lamenta Streeck, ha perdido su carácter redistributivo e igualitario, por lo que en importantes aspectos es indiferente quién gobierne
La globalización, afirma Streeck, ha movido los talleres clandestinos que Marx y Engels encontraron en Manchester a la periferia del capitalismo. Así, hoy los trabajadores explotados del Sur global y los trabajadores de clase media del Norte nunca tienen la oportunidad de experimentar juntos el sentimiento de comunidad y solidaridad que nace de la acción colectiva en común. Los explotados son objeto de caridad, como mucho, mientras que el estilo de vida consumista de Occidente depende de que continúe esta explotación. Al comprar camisetas o móviles baratos, los trabajadores de los países ricos, como consumidores, están poniendo presión sobre ellos mismos como productores, acelerando la deslocalización de la producción al extranjero y de paso socavando sus propios salarios, condiciones de trabajo y empleos.
Mientras tanto, explica Streeck, la flexibilidad creciente del mercado de trabajo ha sometido a los individuos a una presión implacable para organizar sus vidas en función de las impredecibles demandas de unos mercados cada vez más competitivos. El resultado es una polarización en aumento entre unas masas de perdedores empobrecidos; unas clases medias sobreexplotadas y absurdamente ocupadas, que se ven obligadas a aportar cada vez más horas de trabajo y más intensas a pesar de disfrutar de una prosperidad sin precedentes; y una pequeña élite de súper ricos cuya codicia no conoce límites, mientras que sus bonus y dividendos hace ya mucho que dejaron de cumplir cualquier función útil para la sociedad en su conjunto.
Para que este estado de cosas pueda sostenerse, el sistema incentiva cuatro tipos de comportamientos que Streeck denomina coping (enfrentar la adversidad con inacabables paciencia y optimismo), hoping (creer de forma ilusa que a uno le espera un futuro mejor a pesar de las circunstancias en las que uno se encuentra), doping (acudir a ayudas externas como, por ejemplo, drogas) y shopping (ser un obediente miembro de la sociedad consumista).
Las supuestas leyes naturales de la economía no son sino proyecciones de relaciones sociales de poder, que se nos presentan como necesidades técnicas
Una objeción razonable que se le puede poner al análisis de Wolfgang Streeck es que se fija exclusivamente en los países más desarrollados, obviando los tremendos avances que se han producido en las últimas décadas en cuanto a la reducción de la pobreza extrema, la mortalidad infantil o el analfabetismo a nivel global. Si bien es posible argumentar que el mundo nunca ha estado mejor que ahora, el sufrimiento y la desesperación de amplias capas de la población es innegable. El que las tesis de Streeck suenen excesivas o no dependerá de la situación en la que se encuentre el lector, pero exageradas o no, su inteligencia y coherencia son iluminadoras.
El libro se centra en el análisis de problemas más que en la propuesta de soluciones. Sin embargo, Streeck apunta algunas ideas para conseguir mejores condiciones de vida y de trabajo para la inmensa mayoría de la gente. Por un lado, hace falta revitalizar el movimiento sindical. Por otro, hacer más efectivos los impuestos sobre los ingresos y bienes de los vencedores de la liberalización; los Estados no deberían tener que llevar a cabo las funciones que les encomiendan sus ciudadanos en beneficio de la sociedad a base de pedir dinero prestado, que luego ha de ser devuelto con intereses a los prestamistas, que a su vez dejan sus riquezas en herencia a sus hijos.
¿Y qué hacer para restaurar el papel de la democracia como un correctivo eficaz del capitalismo? Streeck es muy escéptico acerca de las posibilidades de gobernanza, cohesión social y solidaridad que puedan conseguirse en una Europa supranacional (no digamos a una escala mundial), por lo que aboga por, en lugar de tratar de extender el alcance de la democracia para abarcar el de los mercados capitalistas, hacer lo posible para reducir el ámbito de estos últimos para igualarlos al de aquella. Es decir, para Streeck, la única manera de volver a someter el capitalismo al control democrático, y por tanto salvarlo de la extinción, es “desglobalizándolo”.
Una última reflexión de Streeck sirve de conclusión y de aviso a navegantes: las supuestas leyes naturales de la economía no son sino proyecciones de relaciones sociales de poder, que se nos presentan como necesidades técnicas. Si olvidamos esto, la economía capitalista se convierte simplemente en “la economía” y la lucha social contra el capitalismo es sustituida por una mera lucha política y jurídica por la democracia.
La democracia que tenemos no es suficiente si no nos permite acabar con las injusticias de esta modalidad de capitalismo que sufrimos.

Autor Alex Roche

lunes, 27 de marzo de 2017

Ocho escenas de la Biblia que demuestran que Dios detesta a las mujeres




Al leer la biblia es natural llegar a la conclusión de que la mujer no gozaba de la consideración de sus autores, rudos cabreros de Oriente Próximo. A lo largo del texto sagrado los roles interpretados por las féminas suelen ser de mater amatísima o pérfida, impura, traidora, cuando no simplemente de prostituta o un mix de lo anterior.
Pero ¿era de verdad el dios de las tres religiones abrahámicas un misógino redomado? Aquí exponemos una serie de flagrantes ejemplos que apuntan en esa dirección. De


1. Eva
Dónde aparece: Génesis 2 y 3


La historia ya empieza mal para Eva, que es creada a última hora, después de que Adán se quejara de su soledad y no le convenciera la solución del Señor, que reunió a los animales y le dijo que escogiera . ¿Pretendía el Altísimo en su sabiduría que Adán practicara el bestialismo? ¿Había olvidado también crear hembras en el resto de especies? ¿Quizá la homosexualidad le recuerda todavía hoy su terrible despiste y por eso se opone a ella según sus representantes en la Tierra? Son cuestiones para los doctores de la Iglesia, pero por prevención digamos que sí a todas.
Tras probar diversos ungulados y no quedar del todo satisfecho el cliente, Dios volvió a su taller divino y creó a Eva a partir de una costilla de Adán (suponemos que Eva le quedó muy delgada, pero en las Sagradas Escrituras esto no se aclara).



Podría pensarse tal vez que Eva era la criatura más querida por Dios al tratarse de su última creación (recordemos que el Eterno creó a las cucarachas y a los parásitos internos antes que al hombre), pero los hechos lo desmienten. Cuando Dios expulsa del paraíso a Adán y Eva por comer del árbol del conocimiento, es especialmente duro con ella. Abramos aquí un paréntesis para declarar que la actitud del Señor es comprensible. ¿Qué padre no ha llegado alguna vez a casa y expulsado a sus hijos por encontrarlos leyendo una enciclopedia? Nadie quiere un empollón en casa, que luego los otros niños le hacen bullying.
Dios castiga a Eva (y a todas las mujeres venideras) con con partos dolorosos y sumisión al hombre. No es que Adán mostrara mucha obediencia en todo el asunto de la manzana para ser recompensado con una sirvienta, pero está claro que la primogenitura le tira mucho al Divino.

2.La mujer de Lot 
Dónde aparece: Génesis 18 y 19


La humanidad volvía a pecar sin mesura, esta vez en las ciudades de Sodoma y Gomorra. El Señor le había dicho a Noé que el arcoiris siempre sería un símbolo de que nunca más mandaría un diluvio , pero en esta promesa había todavía suficiente espacio legal para seguir cometiendo genocidios didácticos.
Abraham, el tío de Lot, y que ya conocía los cambios de humor del Señor (recordemos el sacrificio interruptus de su hijo Isaac) regatea con el Todopoderoso, en la mejor tradición de Oriente Próximo, la cantidad de personas justas requeridas en Sodoma para perdonar a la ciudad, acordando finalmente que diez bastarán.
¿Hay diez personas justas en Sodoma? Parece lógico pensar que en cualquier escuela de la ciudad se encontrarían diez niños inocentes que merecieran sobrevivir, pero los actos se desarrollan de otra manera.
Dos ángeles llegan a casa de Lot para comunicarle la decisión del Omnipotente, pero los lugareños, ahítos de fornicar con conocidos, se agolpan en la puerta y le exigen a Lot que comparta con ellos esos invitados tan apuestos.



Horrorizado ante la posibilidad de quedar ante la historia como un mal anfitrión, Lot pide a sus conciudadanos que respeten a sus huéspedes y que en su lugar abusen de sus hijas, que además son vírgenes (una persona de poca fe se preguntaría cómo es posible tal prodigio en una ciudad llena de violadores.
Los sodomitas se ofenden ante esta contraoferta y cometen un pecado terrible: se niegan a seguir regateando. Y además intentan entrar por la fuerza. Esto provoca la ira de los ángeles, que dispersan a los infractores y le dicen a Lot que abandone la ciudad, pues va a ser destruida.
Lot huye con su mujer y sus hijas y el Señor en su misericordia infinita arrasa Sodoma y Gomorra (de esta última apenas se ha hablado antes, pero imaginamos que esos días el Altísimo ofrecía un dos por uno en todos sus productos).



Abandonar tu hogar siempre es duro y seguramente por eso la mujer de Lot se gira para echar un último vistazo a Sodoma, ciudad de vacaciones. De inmediato, es transformada en estatua de sal. Es cierto que uno de los ángeles les había dicho que no mirasen atrás, pero esto es algo que se suele decir cuando hay que huir, quién iba a pensar que se trataba de una advertencia. Si algo nos deja claro la biblia es que el Todopoderoso castiga con dureza el ansia de saber.


3. Las hijas de Lot
Dónde aparece: Génesis 19


Viudo y huérfanas súbitos, Lot y sus hijas se refugian en una cueva. Aquí el relato bíblico dice que las muchachas, ante la escasez de varones en los alrededores tras el exterminio divino, deciden emborrachar a su padre y «yacer con él» con la idea de quedarse embarazadas (recordemos que esta es la única familia que Dios consideraba digna de salvación), pero parece más plausible que Lot se embriagara y abusara de sus hijas sabiendo que ya se encargarían después los narradores bíblicos de culpar a las víctimas.


4. Las madres de Egipto
Dónde aparece: Éxodo 11


El pueblo judío languidecía en la esclavitud en la tierra de Egipto y Moisés, que había sido elegido por el Altísimo como su portavoz, amenazaba al Faraón con diversas plagas a no ser que liberara a los israelitas. El Faraón, consciente de su papel institucional, no estaba dispuesto a negociar con terroristas, sobre todo cuando acceder a sus demandas afectaba negativamente a la economía. Sin embargo, no encarceló a Moisés, quizá temeroso de lo que pudiera decir Amnistía Internacional.
El Señor fue mandando con puntualidad británica las plagas, pero el gobierno egipcio no cedía. Finalmente, el Todopoderoso envió un ángel exterminador a asesinar en su lecho a todos los primogénitos egipcios, desde el hijo del Faraón hasta el de la esclava que trabajaba en el molino. Aquí el hombre herético y sin amor a Dios en su corazón se preguntará qué culpa tiene una esclava de las decisiones políticas del Faraón (sobre todo cuando no hay elecciones) o cómo puede ser uno un ángel cuando tu trabajo es degollar niños mientras duermen, pero el Omnipotente adopta aquí la lógica terrorista que dice que el que no cede a la extorsión es responsable de las consecuencias y ay de nosotros, simples humanos, si ponemos en duda esto.




La iglesia suele comparar el aborto con los infanticidios cometidos por orden de Herodes y nunca con este exterminio de los primogénitos egipcios, lo que nos enseña que hay matanzas de inocentes kosher y otras que no.
¿Era necesario asesinar niños cuando el Altísimo, en su omnipotencia, podía haberse llevado a los judíos a la Tierra Prometida en un abrir y cerrar de ojos? Una pregunta equivocada, pues todo esto iba de lanzar un mensaje: Don’t mess with Yahweh.


5. La concubina del levita
Dónde aparece: Jueces 19


La biblia está repleta de aleccionadoras historias de corte moral que nos enseñan a comportarnos con rectitud. Entre ellas se encuentra la historia de una mujer que abandona a un hombre para volver a casa de su padre. Cuatro meses después, el hombre, perteneciente a la tribu de Leví, decidió que la echaba de menos y fue en su busca.
Se reencontraron con gran alegría y emprendieron el regreso. Pararon a pernoctar en una ciudad, donde un anciano les ofreció alojamiento, pero se reunió ante la casa una multitud de hombres que exigían acostarse con el forastero, quizá una tradición en la zona. El anciano, que conocía el precedente sentado por Lot, pidió a sus vecinos que respetaran al hombre y violaran en su lugar a su hija, que además era virgen, y a la concubina del huésped.
Los hombres se ofendieron ante esto, lo que era un problema puesto que no había ángeles en esta ocasión que pudieran disolver este escrache, pero en un giro de los acontecimientos totalmente inesperado el hombre arroja a su concubina al exterior. Los violadores se la llevan y abusan de ella hasta que sale el sol.
Hecha un guiñapo, la mujer consigue volver a rastras ante la puerta. El levita sale y le ordena que se levante, que tienen mucho camino que recorrer. Como es de esperar, ella no puede responder nada. El hombre la carga en un asno y regresa con ella a casa, donde procede a desmembrarla con un cuchillo en doce partes que envía como aterradores obsequios por todo el territorio de Israel. Ni Dios ni la policía intervinieron.


6. La mujer cananea
Dónde aparece:Mateo 15 21:28


Caminaba Jesús cerca de Tiro con sus discípulos cuando una mujer cananea le rogó que curara a su hija, que estaba endemoniada. Jesucristo la ignoró como si se tratara de una gitana que le ofrecía romero. Los discípulos, en otro acto de caridad cristiana, le pidieron que le dijera algo, que la mujer les molestaba con sus gritos. El Mesías contestó que él había venido a hacer grande a Israel de nuevo y que aquella era una nasty woman.
A pesar de todo, la mujer consiguió acercarse a Jesús y de rodillas volvió a pedirle ayuda. Jesús respondió que no estaba bien quitar el pan a los hijos para dárselo a los perros. Una vez más, la mujer ignoró los insultos del Salvador y humillándose de nuevo le dijo que incluso los perros comen las migajas que caen de las mesas de sus amos. Complacida por fin la vanidad del Señor ante tal sumisión pública, curó a la hija de la mujer a pesar de su condición de extranjeras.


7. María
Dónde aparece: Lucas 1


María era una joven que iba a casarse con José, un prometedor carpintero de Nazaret, cuando el Señor puso sus ojos en ella y le concedió el favor divino de llevar la colombofilia al extremo (quizá recordando el episodio de Adán con los animales).
Esto se suponía que era un honor, por lo que el Señor exigió contrapartidas. Como siempre ha sido un dios celoso y además obsesionado con el sexo, incluyó una cláusula en el contrato que obligaba a María a permanecer virgen de por vida. A cambio de la represión perpetua de su sexualidad, sería la madre del Mesías. A María le pareció tan buen acuerdo que ni siquiera consultó con un abogado a pesar de encontrarse en una tierra en la que sin duda abundaban. ¿Engendrar al Mesías? ¡Por supuesto! Iba a ser la madre de un triunfador al que le esperaba un futuro espléndido gracias a su padre, quizá hasta una plaza de funcionario. ¿Qué podía salir mal?





8. Todas las mujeres (sobre todo si no son vírgenes)
Dónde aparece: Levítico 12 y 21



 Aparte de los diez mandamientos, el Todopoderoso quiso darle valiosas lecciones a Moisés. Una de ellas es que la mujer es siempre impura cuando pare, pero es el doble de impura cuando el bebé que trae al mundo pertenece al sexo femenino. Así, la impureza dura una semana en el caso de parir varones y dos cuando se alumbran niñas.
Del mismo modo, también le ordenó que los sacerdotes se casaran sólo con vírgenes porque las divorciadas o viudas son como las prostitutas a ojos del Señor.
 


Con información de La Biblia
Fuente: publico.es