“¿Cómo la vida ha sido capaz de adquirir tanta complejidad?”, se pregunta en su despacho Iñaki Ruiz-Trillo, profesor de investigación ICREA en el Instituto de Biología Evolutiva (IBE), centro mixto del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
Las primeras formas de vida animal aparecieron hace 700 millones de años
Esta innovación, y no una colección de ellas como se había pensado, marca la diferencia entre organismos unicelulares y pluricelulares del reino animal, incluidos los humanos. Compartimos más mecanismos con la ameba de los que nos diferencian, asegura Ruiz-Trillo.
Compartimos más mecanismos genéticos con la ameba de los que nos diferencian
Un proceso de reciclaje evolutivo permitió agregar complejidad regular de forma más precisa las diferentes células en los organismos pluricelulares. “Los genes de los animales ya existían en la ameba pero la regulación distal les permitió tener funciones más complejas”, aclara Ruiz-Trillo.
La ameba Capsaspora owczarzaki fue una auténtica desconocida hasta hace poco. En 2002 un equipo de investigación de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque (EE. UU.) la describió por primera vez en un artículo científico y desde entonces se ha analizado muchísimo.
La conclusión del nuevo estudio nace del análisis de la regulación génica y epigenética de una ameba, aislada de la sangre de un caracol de Puerto Rico, comparada con el libro de instrucciones genético de la mosca de laboratorio, el ratón, la levadura y los humanos.
La ameba se aisló de la sangre de un caracol de Puerto Rico
El grupo de Ruiz-Trillo se ha centrado en el paso de ameba a animales porque los genomas ya estaban secuenciados y muy analizados. El próximo capítulo que quieren entender es el de la transición de nuclearidos a hongos, otro linaje evolutivo diferente al de los animales que proviene de un ancestro distinto.
“En un máximo de 20 años nos gustaría entender el resto de transiciones y comparar los tránsitos de hongos, animales, plantas y algas”, concluye.
Fuente: La Vanguardia
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